Dejarse la piel por Shein
Una mirada detrás de la brillante fachada del gigante chino de la “moda ultrarrápida”.
¡Ha llegado como un cohete desde China! Con una gran variedad de ropa descaradamente barata y una presencia agresiva en las redes sociales, la tienda virtual de Shein (pronunciado “Shi-in”) va pisando los talones a los gigantes de la industria como H&M y Zara en la carrera por el dinero y la atención de las mujeres jóvenes. Pese a su radiante presencia online, la empresa detrás de la marca sigue siendo opaca. Public Eye asumió la tarea de investigar su lado más oscuro y llegó hasta los callejones tortuosos de la metrópolis de Guangzhou, en el sur de China, donde miles de trabajadores y trabajadoras chinos pasan hasta 12 horas al día cosiendo tejidos para hacer realidad los sueños de los y las adolescentes.
¡Willie Gómez está entusiasmado! Al cantante pop caribeño le encanta que “... Shein esté montando un espectáculo como este. Que realmente da visibilidad a todas las etnias, todas las formas y tallas, ya ves, es todo tan inclusivo”. ¡Corten! Ahora estamos entre bastidores. “Estoy listo”, dice Willie con la mascarilla puesta. “Vamos allá.”
Otro corte. Willie se baja de un Cadillac y se prepara para interpretar una animada y dramática canción latina. Le acompaña un grupo de bailarines con vestuario extravagante que se alternan rápidamente, cuidadosamente seleccionados atendiendo a la diversidad: de estatura alta y baja, de constitución gorda y delgada, con todo un abanico de orígenes y colores de piel.
Después de Willie Gómez, es el turno de Blu De Tiger. La cantante y bajista de Nueva York declara: “No conozco a nadie que cante y toque el bajo a la vez” (¡evidentemente no sabe quién es Sting!) y considera que Shein está “revolucionando totalmente el mundo de los desfiles de moda”. La pista de baile está delimitada por luces de neón de colorines. Aparte de eso, todo es de color negro, salvo el enorme logotipo blanco de Shein en el suelo. No hay público. Este escenario podría estar en cualquier parte o, por la misma regla de tres, en ninguna parte.
“La vitalidad de la moda, la energía de la música y el poder de la danza son un tejido unido”, afirma la introducción de “Shein X: Rock the Runway” que se emitió en directo por YouTube, Instagram y la aplicación móvil de Shein a finales de septiembre.
En los días siguientes, la clientela podía realizar pedidos de entre una gama de 6.000 prendas diferentes en la sección #SHEINXRockTheRunway de su sitio web, pero el icono del menú desapareció de repente diez días después de la emisión.
“DAILY NEW”: 8.017 productos nuevos se han incorporado en la tienda
Con todo, la gama de opciones no perdió nada en variedad. Un miércoles por la tarde de principios de octubre había 259.264 productos en la categoría “Ropa de mujer”, más de 78.000 en la sección de tallas grandes y unos 32.000 en “Ropa de hombre”. Las prendas se pueden filtrar mediante la pestaña “Novedades del día”.
“PLUS SIZE”: Diez mil prendas entre XL y 4XL
Ese día se añadieron un total de 6.753 productos, muchos de ellos exhibidos por mujeres curvilíneas de cintura estrecha, con un mohín en los labios. Una camiseta de tirantes con rayas de cebra costaba 4,05 EUR y una chaqueta vaquera con mangas fruncidas, 20,27 EUR. La prenda más cara que se agregó a la selección ese día, una gabardina de imitación de piel de serpiente, costaba 52,70 EUR. Dos tercios de las nuevas incorporaciones tenían un precio inferior a 20 EUR.
¿Cómo hemos venido a parar aquí? ¿Quién es Shein?
“SXY” es una categoría propia de Shein.
¿Quién es Shein? Muchas personas se hacían esta pregunta por primera vez en mayo de ese año, cuando se publicó que la aplicación de Shein había superado a la de Amazon como aplicación de consumo más descargada en Estados Unidos.
En poco tiempo, y por lo general de forma completamente desapercibida para los mayores de 30 años, la empresa se ha convertido en un gigante de la industria de la ropa online. Esto es evidente por el número de seguidores que tiene en las redes sociales. A principios de octubre, tenía 22 millones de seguidores en Instagram, 23 millones en Facebook (aproximadamente la mitad que H&M y Zara) y 2,8 millones en TikTok (que multiplican por muchas veces los de sus dos competidores).
La empresa
Los “Shein Hauls” se han convertido en una forma de arte: los jóvenes (la mayoría mujeres) desempaquetan los pedidos que han recibido, se prueban la ropa y comentan su reacción ante la cámara. Algunos de estos vídeos de YouTube se han visionado millones de veces y las publicaciones de TikTok con la etiqueta #sheinhaul contabilizan un total de 3.700 millones de visualizaciones. Esto solo puede significar una cosa: ¡los pedidos se suceden a un ritmo trepidante!
Shein no revela ningún tipo de información sobre sus ingresos. Según un informe chino de diciembre de 2020, que desde entonces se ha citado repetidamente, ese año la compañía ganó cerca de 10.000 millones de dólares. Una gran agencia financiera de China le pronosticó unos ingresos de 20.000 millones de dólares para 2021.
El sitio web de Shein ofrece poca información sobre la empresa. Simplemente la describe como “una empresa internacional de comercio electrónico de moda rápida B2C”. B2C (abreviatura de Business-to-Consumer, de la empresa al cliente) se refiere a la relación comercial directa entre una empresa y el consumidor final. Según el sitio web, los principales mercados de Shein son “Europa, América, Australia y Oriente Medio, junto con otros mercados de consumo”; en total, afirma que está presente “en más de 150 países y regiones”. No indica el lugar desde donde se distribuye la ropa. En el sitio web suizo solo aparece la dirección de la empresa matriz: se llama Zoetop Business y tiene su sede en Hong Kong (esto es lo que hemos encontrado sobre su estructura empresarial).
La receta del éxito
En resumidas cuentas, lo que podemos decir de Shein a partir de varios análisis exhaustivos en portales relacionados es que la empresa que la precedió fue fundada por tres hombres en 2008 en la ciudad de Nanjing, en el este de China. Entre los fundadores de esta empresa, que vendía sobre todo vestidos y trajes de boda, estaba Xu Yangtian, un especialista en la optimización de motores de búsqueda. En 2012, ya sin sus antiguos socios, empezó a distribuir moda femenina bajo el nombre de dominio sheinside.com.
En 2015 el negocio se disparó. Los principales factores de ese éxito fueron:
- entrega directa en lugar de tener que mantener costosas tiendas físicas
- uso intensivo de herramientas online para identificar tendencias
- análisis automatizado de compras y movimientos dentro de la aplicación
- recurrir en gran medida a influencers
- una tupida red de proveedores mayoritariamente pequeños en la ciudad de Guangzhou, en el sur de China, adonde Shein trasladó su sede en 2017.
Todos estos proveedores están incorporados en el software propio de la empresa, que distribuye los pedidos entre ellos de forma automática. Esto permite a Shein responder a las tendencias con una velocidad inusual.
Zara, con un ciclo de producción de tres a cuatro semanas, había sido hasta ahora el sinónimo de la moda rápida. Ahora se dice que Shein es capaz de producir una prenda en una semana, desde la fase de diseño hasta el embalaje.
Shein no siempre ha sido capaz de estar a la altura de su rápido crecimiento. En 2018 salió a la luz que los nombres de usuario y las contraseñas de más de seis millones de clientes habían sido robados en un ciberataque. En julio de 2020, la empresa llegó a los titulares dos veces en una sola semana: primero, porque había vendido una estera de plegaria musulmana como “alfombra griega” y segundo, justo después de haber pedido disculpas, porque puso en su web una cadena de oro con un colgante en forma de esvástica. Shein ha sido acusada repetidamente de manipular las reseñas online y muchos diseñadores y diseñadoras han podido demostrar que les había robado sus diseños.
A pesar de todo ello, ninguno de estos escándalos afectó al ascenso rápido y constante de Shein, ni al hecho de que la empresa seguía siendo un misterio.
Una de las preguntas fundamentales para las que el público sigue sin tener respuesta es dónde y en qué condiciones se fabrica la ropa de esta marca de bajo coste.
La investigación
A finales de 2020, desde la entidad Public Eye nos planteamos la tarea de responder justamente a esa pregunta. Nos pusimos en contacto con una organización que defiende los derechos laborales en el sur de China (no se puede revelar su nombre por motivos de seguridad). En abril, dos investigadoras empezaron a buscar a los proveedores de Shein en Guangzhou, una metrópolis situada en el delta del río Pearl, a unos 100 km al norte de Hong Kong.
Durante las semanas siguientes, lograron localizar un total de 17 empresas que suministran a Shein. Siete de ellas se encuentran en Nancun, un barrio del distrito de Panyu. En julio, una investigadora pudo entrevistar a tres trabajadoras y siete trabajadores de la zona. Se ganan la vida en seis empresas diferentes: manejan máquinas de coser y acolchar, trabajan en los departamentos de control de calidad y embalaje, o planchan y cortan telas. Todos ellos son de provincias y tienen años o décadas de experiencia en el sector. La mayoría lleva menos de un año trabajando para sus empleadores actuales.
Recibimos por escrito los resultados de la investigación y los relatos de las personas entrevistadas, en forma de informes detallados e ilustrados con fotos hechas con móviles. En ellas se ven pasillos de fábricas cubiertos de bolsas, personas trabajando en mesas de pie, pilas de camisetas embaladas en bolsas de plástico de Shein y estaciones de trabajo iluminadas con luces de neón.
No sabemos qué aspecto tiene nuestra investigadora: cuando informa sobre sus observaciones por videoconferencia, mantiene apagada la cámara. El riesgo de ser captada por el radar del sistema de vigilancia chino es demasiado grande.
Lo que podemos decir de ella es que lleva aproximadamente 20 años actuando como investigadora, activista y formadora de empleados del sector. Tiene un conocimiento profundo del sector textil de la región, aunque nunca había oído hablar de una marca llamada Shein hasta que empezamos a preguntarle por ella.
Carencias de seguridad en el “Shein Village”
La seguimos hasta Nancun Village, el lugar donde se edificó el pueblo original de Nancun. Hay varias decenas de talleres situados en pocas calles, la mayoría en antiguos edificios residenciales. El propietario de una fábrica dijo a la investigadora que el pueblo produce ropa casi “exclusivamente” para Shein. Dice que esto la sorprendió, porque los talleres de producción tan pequeños e informales normalmente suministran a marcas locales. Por lo general, las grandes marcas internacionales prefieren empresas más grandes y mejor reguladas.
Dentro de los talleres, todo es tan angosto como en las pequeñas y tortuosas calles de este barrio, que se encuentra en pleno auge. Bolsas llenas de ropa y rollos de tela bloquean pasillos y escaleras. Esto no solo ocurre en los numerosos talleres pequeños, sino también en algunas de las empresas más grandes situadas en el “Shein Village”; por ejemplo, en la empresa que, según los empleados, tiene siete talleres en los que trabajan más de 200 personas. En un cartel pegado a la pared, se indica que la empresa es un “proveedor principal de Zoetop”, la empresa matriz de Shein, y produce 1,2 millones de prendas al día.
En su discusión de los resultados, la investigadora explica que no vio ni una sola salida de emergencia y que las entradas y escaleras no permiten que las personas trabajadoras salgan del local rápidamente. Además, las ventanas del piso superior tienen rejas. “No quiero ni pensar en qué sucedería si se declarase un incendio”, concluye.
En septiembre, Shein publicó por primera vez un código de conducta de proveedores en su sitio web. Especifica, entre otras cosas, que “los socios proveedores deben proporcionar un entorno de trabajo seguro, higiénico y saludable”. Es evidente que todavía queda mucho trabajo por hacer en este sentido.
Jornadas dobles
En una de las siete empresas, la investigadora pudo mantener una larga entrevista con una trabajadora y dos trabajadores. El primer aspecto que sobresale cuando se leen los protocolos de entrevista es la cantidad de horas que trabajan los tres empleados. Todos hablan de horarios de trabajo similares: de las 8 a las 12 h de la mañana; después, de 13.30 a 17.45 h; y después, por la noche, de 19 a 22.00 o 22.30 h. Después de cenar, trabajan todos los días de la semana excepto uno, con un día de descanso al mes.
Ello supone más de 75 horas de trabajo semanales.
Esto no solo infringe el código de conducta de los proveedores de Shein en cuanto al requisito de que los proveedores “organicen las horas de trabajo de forma razonable”, sino que también es ilegal en muchos aspectos. Según la legislación laboral china, una semana laboral puede tener un máximo de 40 horas, las horas extraordinarias no pueden superar las 36 horas mensuales y los trabajadores deben tener al menos un día de descanso por semana.
La investigadora nos dice que estas jornadas de trabajo no son inusuales en la industria textil, y que muchos trabajadores quieren trabajar todas estas horas. Porque todos son “trabajadores migrantes”, es decir, mujeres y hombres de las provincias, donde los salarios son mucho más bajos. Muchos están en la ciudad solo por un tiempo limitado, sin sus familias y sin ninguna otra responsabilidad que la de ganar el máximo dinero posible. “Quizás en las oficinas de una empresa se pueda encontrar a una persona nacida en la ciudad”, señala la investigadora, “pero en los departamentos de producción solo hay personas migrantes”.
Si están dispuestos a hacer doble jornada de forma sistemática, pueden llegar a ganar un sueldo relativamente decente. Los tres entrevistados afirman en la encuesta que cobran por prenda: cuanto más complicada es la prenda, más cobran. Una de las personas entrevistadas afirma que, en general, el salario por prenda es considerablemente más bajo aquí que en otras fábricas donde había trabajado antes. Por otra parte, las exigencias de calidad tampoco son muy estrictas.
En un buen mes, puede llegar a ganar 10.000 yuanes, unos 1.415 EUR aproximadamente; en meses malos puede ser tan solo una tercera parte de esa cifra. Las horas extraordinarias no se remuneran en modo alguno.
Otro aspecto que llama la atención es que las tres personas entrevistadas denunciaron que no habían firmado ningún contrato de trabajo. “Las fábricas de este tipo no están obligadas a dar contratos”, o eso creen las personas que trabajan en ellas.
La investigadora manifestó que no es inhabitual que los talleres pequeños e informales no suscriban contratos. En cambio, sí resulta sorprendente que las empresas con más de 100 trabajadores tampoco lo hagan. La legislación laboral china las obliga a hacerlo, así como a facilitar una copia a sus empleados. La investigadora señaló que las empresas de ese tamaño generalmente no corren el riesgo de verse obligadas a pagar indemnizaciones importantes si son demandadas por no haber suscrito contratos.
Altamente automatizado e hiperflexible
En la plataforma china WeChat aparecen numerosas publicaciones de Shein; se trata de una plataforma en la que la empresa publica las necesidades de producción a las que los fabricantes pueden licitar. Cuando se les adjudica un contrato, los fabricantes deben adquirir ellos mismos el tejido para el diseño que requiere la marca, de nuevo a los proveedores que les indica Shein. Esto permite a Shein controlar toda la cadena de suministro sin tener que asumir responsabilidad alguna por las condiciones de trabajo.
No sabemos si Shein realiza algún tipo de inspecciones en estas empresas fabricantes. En un comunicado en su sitio web de EE.UU., la compañía asegura que invierte “esfuerzos y recursos sustanciales” en su sistema de auditoría. También afirma que ha realizado auditorías en el pasado, con previo aviso, y que ahora llevará a cabo otras internas, con y sin previo aviso, de sus socios de fabricación y de los vendedores de los productos terminados. Sin embargo, ninguno de los diez empleados con los que habló nuestra investigadora tenía constancia de que se hubiera realizado auditoría alguna.
En las fábricas más grandes, hay carteles en las paredes que recuerdan a los empleados que deben fichar al entrar y salir del trabajo. Nos enteramos de que la dirección de la fábrica comparte los datos con Shein y que después esta emite los contratos con las fábricas teniendo en cuenta su capacidad de personal. Este sistema de proveedores altamente flexible, operado por ordenador, parece que permite organizar de forma eficiente a los cientos de pequeñas empresas productoras.
La mayoría de pedidos de Shein son de solo cien o doscientos artículos, a veces incluso menos.
Si un producto se vende bien, Shein encarga lotes adicionales, normalmente al proveedor que fabricó el pedido inicial.
Esto gusta a las personas empleadas, que así pueden fabricar una prenda que ya conocen y, por tanto, pueden completar la tarea más rápidamente, lo que les permite ganar más dinero. Uno de los aspectos más fatigosos de trabajar para Shein es que los empleados tienen que acostumbrarse constantemente a nuevos patrones, lo que, por ejemplo, complica el trabajo de una patronista entrevistada en una de las fábricas.
Altas expectativas
Las pequeñas cantidades y la necesidad de producir artículos rápidamente dificultan la división del trabajo. Los y las costureras de las fábricas deben ser capaces de realizar muchas tareas diferentes con patrones que cambian constantemente. Esto explica también que en estas fábricas se encuentren mayoritariamente mujeres y hombres que tienen años o décadas de experiencia en el sector. Las personas sin experiencia simplemente no podrían seguir el ritmo de trabajo.
Por otra parte, los y las expertas sobre el terreno dicen que las personas que son capaces de fabricar rápidamente prendas relativamente fáciles es poco probable que encuentren muchos otros puestos de trabajo en la precaria industria textil china, donde podrían cobrar más. La investigadora explica que la mayoría de las personas trabajadoras con las que habló estaban más o menos satisfechas con su trabajo, “aunque no creo que le den muchas vueltas al asunto”.
Según informa la prensa china, en el municipio de Panyu, Shein no solo depende de una red de 300-400 “proveedores principales”, sino también de aproximadamente 1.000 subcontratistas a los que se derivan los pedidos. Los carros de transporte de textiles aparcados en el exterior de algunas fábricas son una clara muestra de la vitalidad del negocio de la subcontratación. Muchas de las pequeñas empresas ubicadas en Nancun Village solo dan los toques finales: cortar los últimos hilos, planchar, embalar y cargar. Sin embargo, en la plataforma WeChat no aparecen licitaciones para el montaje final. Así pues, queda bastante claro que estas empresas trabajan como subcontratistas para los proveedores de Shein y que, en caso de accidentes o impago de salarios, Shein no se sentiría en absoluto responsable.
Ni contrato ni seguro
El edificio Hongui Properties, un inmueble repleto de talleres textiles, se encuentra a media hora andando al oeste de Shein Village. Aquí todo está algo más regulado: los pasillos son más anchos y las salidas de emergencia están señalizadas. Las fábricas tienen hasta 200 personas empleadas. La investigadora pudo entrevistar a una mujer y un hombre de dos empresas distintas, y sus testimonios son similares a los de Nancun Village.
Las personas empleadas cobran por prenda fabricada; no hay sueldo básico ni paga de horas extraordinarias; trabajan 11 horas al día y tienen uno o dos días libres al mes.
No tienen contrato de trabajo. Aunque las cotizaciones, tanto de empresarios como de empleados, son un requisito legal, nadie de la plantilla tiene derecho a las prestaciones de la Seguridad Social.
Las personas entrevistadas están mucho más preocupadas por las reducciones recientes y constantes de las tarifas por prenda fabricada y por el hecho de que, al mismo tiempo, cada vez más se fabrican solo prendas complicadas. Dicen que los pedidos más sencillos se derivan cada vez más a otras provincias, como Jiangxi, Guangxi o Hunan, donde los salarios son más bajos. De hecho, junto al edificio hay una furgoneta con los nombres de varios municipios de la provincia de Jiangxi escritos en uno de sus laterales. Es una especie de “taxi” para piezas de tela precortadas que deben producirse en el interior del país, no sabemos en qué condiciones ni con qué salarios.
Seguimos una vez más a nuestra investigadora, a unos kilómetros hacia el oeste, donde también hay muchas más fábricas textiles. Estas fábricas son generalmente algo más grandes y tienen hasta 300 personas empleadas. Normalmente cuentan con sistemas de ventilación que funcionan razonablemente y espacios de trabajo algo mayores. En los alrededores también hay comedores y alojamientos para empleados. Los cinco trabajadores y trabajadoras de empresas mayores con los que habla la investigadora describen unas condiciones laborales similares a las ya señaladas: 11 horas diarias, sin contrato de trabajo ni cotizaciones a la Seguridad Social.
En una de estas empresas nos encontramos con algo que no hemos visto en ningún otro lugar: un ingreso mínimo garantizado. Un cartel de contratación en la entrada de la fábrica indica las tarifas mínimas para tareas concretas: cortar hilos: 4.000 yuanes (585 EUR); embalaje: 5.000 yuanes (731 EUR); planchado: 7.000 yuanes (1.023 EUR). La diferencia salarial en el planchado se explica por el hecho de que las personas trabajadoras planchan la ropa en unas condiciones de calor constante, debido al vapor, y rara vez pueden sentarse.
La entrega
En el vestíbulo de la fábrica, la investigadora ve una foto de un vestido de chica. Es un artículo sencillo: un estampado de flores azules sobre poliéster blanco. La investigadora calcula que, por un vestido como este, la costurera recibirá seguramente un pago máximo de 3 yuanes (47 centavos de dólar) por prenda. Se puede encontrar en el sitio web de Shein. Cuesta 11,20 EUR y ya ha recibido más de 200 valoraciones. No es de extrañar, pues toda persona que publica un comentario sobre la ropa comprada en la aplicación de Shein recibe puntos que pueden canjearse cuando realiza nuevas compras. Casi todos los comentarios están escritos en árabe, con algunos en inglés: “Me encaaaantaaaaa”, “A mi bebé le gusta mucho”.
El 7 de septiembre encargo ese vestido. Gracias al código promocional “CH Special” (siempre hay un código u otro disponible), el precio de compra se reduce en 1,10 EUR y queda por 10,10 EUR. ¡El coste del envío es de 6,50 EUR! Está claro que el sistema no tiene en cuenta las compras de una sola prenda. A la mañana siguiente me informan que el vestido que he encargado se ha empaquetado en un “almacén internacional” y que el paquete ha sido desinfectado, esterilizado y enviado. Ni en el resumen de mi pedido ni en el sitio web de Shein aparece ninguna indicación de dónde está ubicado ese “almacén internacional”.
Muchas horas en el almacén
Los investigadores y las investigadoras de la entidad con la que estamos en contacto también estudian esta cuestión. Descubren que el enorme almacén de Shein se llama Ambo, es propiedad de la empresa de logística estadounidense Prologis y se encuentra en la localidad de Foshan, aproximadamente a una hora en coche de las fábricas de Guangzhou. Emplea a unas 10.000 personas y funciona las 24 horas del día, los 365 días del año.
Las 12 entrevistas que realizan con empleados y empleadas de la empresa de logística dibujan el siguiente panorama. Las jornadas laborales también son muy largas aquí: unas 12 horas al día en épocas normales y hasta 14 horas en épocas punta. Las personas empleadas trabajan al menos 22 días al mes; la mayoría trabaja de 24 a 28 días al mes. Esto se debe principalmente a que el precio unitario que reciben se dobla a partir del 23o día. Esto también se aplica al almacén: cualquier persona dispuesta a hacer doble jornada puede obtener unos pingües ingresos: 7.000 yuanes (unos 1.000 EUR) en épocas normales y hasta un 50 por ciento más en épocas punta. Sin embargo, la cosa es que estas dobles jornadas infringen la legislación laboral china.
Un portavoz de Prologis respondió a nuestra petición de comentarios afirmando lo siguiente: “Nuestros clientes son responsables de la operación de su negocio en los locales que alquilan en nuestros inmuebles. En cuanto a la cuestión planteada que les parecía preocupante, nosotros no tenemos conocimiento de ningún incumplimiento”.
Nueve días después de realizar el pedido, el vestido llega a mi buzón. Lo extraigo de la bolsa de plástico, toco el poliéster y siento una imperiosa necesidad de devolverlo. Ahora bien, resulta que la dirección para devoluciones no es la del centro logístico de Lieja en Bélgica, donde hace tiempo que se envían las devoluciones de Europa (y donde también hemos ido a investigar), sino una dirección de Hong Kong. Busco por Internet cuánto me costaría devolver el artículo. Incluso si consiguiera embutir el vestido en un sobre grande, tendría que pagar 9 EUR, casi lo mismo que había pagado por el vestido de entrada.
El vestido que encontramos en una de las fábricas de Guangzhou…
Sería diferente si viviera en Alemania. Lo sé porque mi compañero David Hachfeld también encargó el mismo vestido a su domicilio alemán. También quería devolverlo, pero Shein se negó. “¡Hoy es tu día de suerte!”, le dijeron. “Te rogamos que conserves el artículo a nuestro cargo.” Se le reembolsó el precio completo de compra. La razón por la que las devoluciones se gestionaron de forma diferente es que, en Alemania, Shein anuncia la “devolución gratuita” y, por ello, se habría visto obligada a asumir el coste de envío de la devolución, que es evidente que no les sale a cuenta por un vestido que cuesta 10 euros.
“Se ve que las cosas tenían que hacerse muy rápido”
Dado que no podíamos devolver el artículo, al menos queríamos saber qué era lo que teníamos en las manos y consultamos a unos expertos. En el centro de formación de costura IDM de Thun, escuchamos qué pensaban los y las aspirantes a creadores de moda sobre la calidad del vestido. Ocultamos la etiqueta de Shein para intentar obtener una evaluación imparcial. Los resultados no fueron muy positivos.
…fue inspeccionado por estudiantes de moda en la fábrica de confección IDM de Thun.
“Anda, la tela no está bien costurada aquí”, observó una estudiante que inspeccionó su costura. “No debería estar tan arrugada en torno a las costuras, no se había planchado antes”, señaló uno de sus compañeros de clase. Otros motivos de crítica fueron: “la tensión de la hilatura es deficiente”, “las costuras no son uniformes” y “estos hilos deberían haberse cortado”.
La conclusión final de una de los alumnos: “Se ve que las cosas tenían que hacerse muy rápido”.
También les enseñamos el vestido, junto con otras prendas de Shein, al profesorado. Su valoración no fue tan negativa. La producción es mejor en algunos casos y peor en otros, pero por lo general es más o menos la habitual en la moda rápida. Aun así, encontraron que parte del tejido era tan barato que seguramente costaría vendérselo a alguien en una tienda física.
La conclusión
Para el último tramo de nuestro viaje, volvemos hacia el este –unos 9.000 kilómetros– desde la pequeña ciudad de Thun hasta la megalópolis de Guangzhou, e intentamos extraer algunas conclusiones. Cualquier persona que hubiera esperado encontrar unos salarios muy bajos en vista de los precios de la ropa de Shein, de entrada se quedaría muy sorprendida: se puede ganar bastante dinero fabricando ropa para Shein. Los ingresos son considerablemente superiores al salario mínimo mensual de 5.410 yuanes (791 EUR), según los cálculos de Asia Floor Wage Alliance, una coalición de sindicatos y entidades de la sociedad civil del Sur global.
Sin embargo, la comparación tergiversa la realidad, porque los diez trabajadores y trabajadoras con los que hemos hablado realizan dos jornadas en una.
Trabajan 11, 12, en ocasiones 13 horas al día, mayoritariamente 7 días a la semana, sin remuneración por las horas extraordinarias.
Shein se aprovecha sistemáticamente de que estos y estas empleadas están dispuestos a renunciar incluso a un mínimo de seguridad, al tiempo libre y a la calidad de vida, porque creen que realmente no tienen otra alternativa.
Ninguna de las personas entrevistadas pudo enseñar un contrato de trabajo. Según nuestros datos, no se está pagando cotización alguna a la Seguridad Social por ninguno de ellos, y muchas empresas incumplen incluso las normas de seguridad más básicas.
Todo esto constituye vulneraciones de la ley china.
En su Código de Conducta de Proveedores, Shein exige a sus subcontratistas que “operen en pleno cumplimiento de las leyes, normas, órdenes gubernamentales y requisitos normativos locales”.
Cuando cuestionamos a Shein con nuestros resultados, recibimos enseguida una respuesta automática: “El equipo de sostenibilidad de Shein ha recibido sus sugerencias y comentarios, y realizaremos un seguimiento de las cuestiones expuestas en cuanto nos sea posible. Gracias.” En respuesta a un recordatorio que les enviamos unos días después, volvemos a recibir el mismo mensaje generado por ordenador. No sabemos si algún ser humano ha llegado a leer nunca nuestro correo.
Después de que los editores de los principales medios de comunicación presentaran los resultados de nuestra investigación a Shein, una persona se puso en contacto con nosotros el día antes de la publicación: el vicepresidente de Asuntos Públicos en EE.UU. de “Shein Technology”. Le enviamos nuestras preguntas y recibimos un breve mensaje unas horas más tarde: “SHEIN no tiene ningún comentario en este momento, a la espera de recibir una copia del informe y tener la oportunidad de examinarlo. Nos tomamos en serio todos los temas relacionados con la cadena de suministro y esperamos recibir una respuesta”.
¿Y qué es lo que lleva rotulado una sudadera con capucha que se vende, en seis colores diferentes, por 9 EUR en el sitio web de Shein? Pues dice: “Ojo al dato: me da igual”.
Foco en la Justicia Global
Public Eye promueve campañas para garantizar que Suiza, así como las empresas suizas, cumplan con su responsabilidad de respetar los derechos humanos en todo el mundo. Estos informes solo son posibles gracias a las personas que nos brindan su apoyo.
Créditos
Documentación: David Hachfeld, Timo Kollbrunner
Fotos: Panos Pictures
Traducción al castellano: Matias Mulet Truyols
La traducción de este informe ha sido realizada por SETEM Navarra-Nafarroa en el marco de un proyecto de la Campaña Ropa Limpia.
Con la colaboración del Gobierno de Navarra.
El contenido de este informe es responsabilidad exclusiva de Public Eye y no refleja necesariamente la opinión del Gobierno de Navarra.
Agradecimientos
Queremos dar las gracias a las personas trabajadoras y sindicalistas que nos facilitaron información, a los y las investigadoras sobre el terreno, sin los cuales no habríamos podido averiguar nada sobre las condiciones de trabajo en Panyu, a Aparna Roy por su cuidadosa investigación preliminar, así como a Cédric Leterme y al equipo de achACT por su apoyo en Bélgica.